Aprendizaje

Apenas saliendo se apagó el bus...Mal augurio para un viaje largo, en una madrugada lluviosa y con problemas en carretera. Me dormí. Me despertó el murmullo de la gente...Veo el reloj: hora y media de viaje, nos encontramos varados en una fila enorme, y no para de llover.

Me contás de tu temor a viajar sola...¿Usted siempre viaja sola? Me preguntaste...Es que a mí no me gusta, me siento mal, pero hoy nadie podía acompañarme, me contaste. Estabas angustiada porque podías perder la cita en el Hospital; ahora son solo cada seis meses, cuando te irradiaron hace cinco años ibas todos los días, desde San Carlos hasta San José, porque tu bebé estaba recién nacido, y aunque no te le podías acercar, te tranquilizaba verlo...te admiré.

Cuando tuviste más confianza me contaste que no terminaste el colegio, pero que ahora que tus hijos van a la escuela te dan ganas de regresar..."a lo mejor hasta voy a la Universidad" me dijiste con una sonrisa, como un niño cuando dice que quiere ser astronauta. Me contaste de él, de su egoísmo, de su maltrato, aunque nunca te haya pegado, como me dijiste. Estás con él por los hijos, para que no tengan lejos a su padre...pero inmediatamente te me quedás viendo, y me confesás que tus hijos no lo extrañan, que quieren regresar a San Carlos, "porque papi solo sirve para regañarnos". Es que sabe, me decís con cierta tristeza en la mirada, a veces necesito sentir que estoy viva, y no que soy una cosa más de la casa.

Llegamos a San José, después de ocho horas de viaje; de fijo perdiste la cita, pero espero que te hayan dado una muy pronto, para que sigás con tu tratamiento.

Fue enriquecedor que hayás sido mi compañera de viaje. Espero de todo corazón que podás salir de esa cárcel que te atormenta, que volvás al colegio, que te den de alta, y que algún día te des cuenta que sos una gran mujer.