martes, 28 de abril de 2009

Para usted


A usted, que mató a mi hermanita el 24 de noviembre pasado y la dejó tirada en una calle dura y fría como si fuera cualquier cosa, le voy a contar quién era ella.

Anita era la menor de mi casa, consentida a rabiar y la alegría de mi hogar. Vino al mundo cuando yo tenía 4 años y era tal mi ilusión que cuando la ví por primera vez dije que era igualita a mí, solo que con pelo negro, cuando lo cierto es que los bebés no se parecen a nadie; con el tiempo ella fue mucho más rubia que yo.

Desde pequeñita fue sumamente alegre; tenía una sonrisa hermosísisima y siempre la andaba mostrando; bailarina innata, desde el kinder salió bailando en cuanta actividad hubiera, desde cumbia hasta ballet.

Tenía una chispa increíble y desde sus primeros años demostró su carácter; no se dejaba pisotear por nadie, pero ella tampoco pisoteaba a nadie.

Sumamente inteligente; y no lo digo yo: lo dicen sus calificaciones, como graduada de honor, incluso en su bachillerato universitario, porque cuando usted la mató estaba haciendo su tesis de Licenciatura, así que nos privó de verla recibir su título como Licenciada en Imagenología Diagnóstica y Terapéutica.

Amaba su carrera y su trabajo; recuerdo que cuando empezó a ir al Hospital a recibir cursos de la Universidad me dijo que se sentía realizada, que no se había equivocado de carrera. Soñaba con poner un centro radiológico en Liberia, pero decía que lo que más urgía era poder hacer mamografías acá. Una vez trabajó 38 horas seguidas, porque los compañeros no llegaron a trabajar, y aunque su furia salió a flote me dijo: si yo quiero me voy, pero ¿cómo voy a dejar a estas señoras sin hacerse sus mamografías? No me exigen quedarme pero es una obligación profesional y moral hacerlo me comentó por sms.

Amaba a Guanacaste como pocos; se peleaba con cualquiera y donde fuera por defender esta tierra. Siempre se presentaba como orgullosa liberiana y disfrutaba las actividades y la belleza de esta tierra a más no poder; cada vez que podía se venía aunque fuera de un día para otro.

Era una luchadora. Cuando papi enfermó y quedó ausente, ella asumió como toda una mujer sus responsabilidades académicas, familiares y ecomómicas. Sufrió enormemente la ausencia de papi y luego su muerte; como le dije, ella era la Princesa de la casa y la falta de papi le vino muy jovencita, y fue muy dolorosa para todos; no nos terminábamos de reponer de esa pérdida cuando usted le arrebató la vida de una manera irresponsable a ella.

Estaba enamorada, nunca la había visto tan entusiasmada con un muchacho. De hecho, pensaba casarse y formar una familia; yo estaba feliz de verla tan feliz, porque de verdad se le salía por los poros.

En los últimos años, más que mi hermanita, más que mi consentida, se había convertido en mi amiga y mi cómplice; con una mirada sabíamos perfectamente lo que estábamos pensando y habían asuntos que solo tratábamos entre nosotras. Hoy no tengo con quién hablar de esas cosas, con quién reírme, a quién pedirle un consejo, con quién llorar, con quién rabiar...

Usted nos la arrebató, usted la mató, pero ¿sabe? Dios nos acompaña y tenemos la certeza que ella está en el Cielo, porque era una muchacha linda, una muchacha de bien, y la paz en algún momento va a llegar; este dolor y esta ausencia no creo que algún día pasen, pero al menos podremos dormir en paz; pero, ¿usted puede? ¿usted puede descansar? ¿puede estar en paz? Y no solamente usted, sino también los que saben lo que usted hizo, porque es imposible que nadie se haya enterado, y ellos deben estar tan intranquilos como usted porque su grado de culpabilidad tienen.

Mami, que es un ángel, lo que pide para usted es oración; debo confesar que al día de hoy no lo he logrado plenamente.

Nos arrebató a un ser amadísimo, a una muchacha preciosa, por dentro y por fuera, queridísima, de lo que no nos queda duda por todas las muestras de cariño que hasta la fecha seguimos recibiendo; pero no nos arrebató el amor que hay en nuestros corazones, la fuerza que da Dios, el coraje, ni jamás podrá arrebatarnos la alegría y los lindos recuerdos que Ana Eugenia dejó en su paso por este mundo.