
Lo conocí hace algunos años en una clínica; él estaba ahí, era mi abuelito, "Pepe". Aun recuerdo su alegría, sus diferentes hobbies, pero sobre todo su gran AMOR.
Su alegría era incomparable. Disfrutó y nos hizo disfrutar a todos los que le conocimos cada momento de nuestras vidas. ¡Cuánto nos hizo reír con sus chistes y ocurrencias!. En pocas palabras él era como los niños, siempre estaba alegre.
Pepe tenía varios hobbies, pero definitivamente los que más le agradaban era escuchar música suave, que lo caracterizaba como buen romántico, y el que más le gustaba era jugar tennis, que sin fata practicaba tres veces por semana. Era muy buen deportista.
Su amor era dulce y puro como la miel, ese amor sin fronteras que transmitía a todos los que le conocimos. Su amor fue tan grande que no le importó quedarse despierto hasta altas horas de la noche porque el sobrino, el nieto, o el amigo estaba enfermo y necesitaba de él; para Pepe no fue obstáculo la mañana fría para irle a poner la inyección a aquella persona que la estaba necesitando. En pocas palabras era el abuelo ideal, el modelo, el que cualquier ser humano desearía...
Hace algunos años el Todopoderoso decidió llevárselo a su Reino, pero yo sé que a cualquier lado que vaya él me acompañará, y también puedo asegurar que lo que murió fue su cuerpo, porque Pepe siempre seguirá vivo en mi corazón y será mi más hermoso recuerdo.
Palabras más, palabras menos, lo anterior lo escribí en sexto grado de la Escuela para mi abuelito, de quien ya les he hablado, y ese amor y recuerdo de niña no se ha borrado.
Aun lo recuerdo cadá día e inevitablemente se dibuja una sonrisa en mi rostro al pensar en él porque era una persona fuera de serie, definitivamente.
En estos días de tanta noticia fea, les comparto la historia de un hombre bueno, que no salió en periódicos ni tuvo condecoraciones, pero siempre hizo el bien y trató de ayudar a CUALQUIERA que estuviera cerca suyo, con su profesión, con un chiste, con una sonrisa, con un beso...